viernes, 5 de agosto de 2016

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La referencia a la conciencia es algo habitual en el hombre. Y puede ser que si nos preguntan: ¿qué entiendes por conciencia?, la respuesta sea que la conciencia es aquel hábito que determina la bondad o la malicia de los actos. ¿Eso es así? ¿Es la conciencia la única norma moral? La conciencia, ¿crea la bondad o la malicia de nuestras acciones o, por el contrario, se adecua a una norma objetiva? Vamos a intentar resolver estos interrogantes tan fundamentales para la vida del hombre, pues de ellos depende, en gran parte, su salvación eterna.

CONCEPTUALIZACIÓN – LA CONCIENCIA HUMANA origen en el vocablo latino consciencia (“con conocimiento”), la conciencia es el acto psíquico mediante el cual una persona se percibe a sí misma en el mundo. Por otra parte, la conciencia es una propiedad del espíritu humano que permite reconocerse en los atributos esenciales.

La etimología de la palabra indica que la conciencia incluye aquello que el sujeto conoce. En cambio, las cosas inconscientes son las que aparecen en otro nivel psíquico y que son involuntarias o incontrolables para el individuo.

La conciencia para la psicología

Este proceso, aunque resulta sumamente sencillo a simple vista, es el resultado de varios fenómenos psíquicos que tienen lugar en la mente de los individuos a cada instante sin que él tenga total noción de ello. Para resumirlo, este proceso consiste en percibir el entorno a través de los sentidos y analizarlo con la información que se tiene (las cuales fueron desarrolladas a partir de las experiencias con las que el individuo haya tenido que enfrentarse), la memoria.

LA CONCIENCIA MORAL

La conciencia moral, en lenguaje popular, es esa voz interior que nos obliga a actuar de una forma y también nos dice si son correctas o no nuestras acciones. Precisando un poco podemos decir que la conciencia moral es la capacidad de juzgar las acciones, no solo las nuestras sino también las de los demás, como buenas o malas. Es la que orienta nuestra conducta en la dirección que la persona considera correcta.

                                                 Conciencia moral y ley de Dios

El cogito, ergo sum de Descartes ha influido en la mente del hombre moderno más de lo que normalmente se supone. Desde Descartes existe la tentación de dar por real lo que la evidencia interior asegura: existo porque pienso, y no es así. La verdad es: «pienso, porque existo». La mesa existe no porque la piense yo, sino porque tiene una realidad extra mental. La postura cartesiana pasada al terreno de la ética se explicitaría del siguiente modo: «pienso que está bien, luego se puede hacer», «no lo veo claro, pues entonces no lo hago». Y evidentemente eso no es así. El entender sigue al ser, no le precede. 

                                                              Clases de conciencia

No es lo mismo estar seguro de algo que dar en el clavo. La primera es la conciencia cierta, la segunda es la conciencia verdadera. Una es la seguridad subjetiva y la otra la objetiva. Pues bien, no basta con «estar seguro» (conciencia cierta), además hay que actuar con la ley (conciencia verdadera).

                                                        Formación de la conciencia

En cualquier materia intentamos alcanzar el mayor número de
conocimientos para ser doctos en aquel saber. Y si no los alcanzamos, evitamos
hablar del tema por indoctos. Pero, ¿sucede lo mismo con los temas relativos a
la fe ya la moral? Muchas veces se pontifica sobre lo que se ignora. Por todo
ello, «la conciencia tiene necesidad de formación. Una educación de la
conciencia es necesaria, como es necesario para todo hombre ir creciendo
interiormente, puesto que su vida se realiza en un marco exterior demasiado
complejo y exigente.

Añade el Catecismo que «la educación de la conciencia es tarea de toda la vida (...) garantiza la libertad y engendra la paz del corazón» (CEC, 1784). Por ello, la formación de la conciencia seguirá reglas parecidas a las de toda formación. Sin embargo, a la hora de aplicarlas, no podemos olvidar un dato importantísimo: lo que pretendemos al formar la conciencia no es simplemente alcanzar una habilidad o desarrollar una facultad, sino conseguir nuestro destino eterno. Esto nos lleva a ver unos cuantos presupuestos básicos de la formación de la conciencia.

EN LA VIDA COTIDIANA

 El ser humano que quiera ver las cosas sencillamente como son,  sin gran interpretación, sin habladurías, sin filosofía y todo ese enredo  nebuloso, en ocasiones actúa sin conciencia las personas que hacen maldades y tienen malos pensamientos hacia el prójimo.

Sin embargo también hay personas de buenos sentimientos, de conciencia limpia y pura, que solo buscan hacer el bien sin mirar a quién.

Entre los seres humanos hay diferente tipo de conciencias.

 

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